Cuando eres adolescente espinilloso, lo sueles ver todo muy bonito (menos a tu acné en el espejo, claro). Tienes toda una vida por delante, millones de cosas que descubrir, personas de las que enamorarte, o sitios a los que viajar. Y por supuesto, muchísimas posibilidades en tu futuro profesional, y no precisamente trabajando demasiado, sino que sueles esperar que algo se te dé bastante bien para poder vivir fácilmente de ello. Luego creces, y ves que los que consiguen todo ese éxito profesional (sin contar el factor suerte), son tres niños prodigio, que aparte de ser, de fábrica, superiores al resto de los humanos, llevan trabajando desde que nacieron, porque les encanta. El resto de los hombres y mujeres del mundo, tienen que trabajárselo mucho más. Y probablemente no les encante tanto lo que hacen, sino que preferirían trabajar menos horas, y hacer otras cosas. Ves que estás en mitad o terminando tu carrera y el paro juvenil es del 55.7% (y creciendo), por lo que la ...