Esa persona especial se fue. El río parecía estancado eternamente, como si de una gloriosa presa se tratara, y el tiempo pasaba por encima, acariciándola, sin hacerle mella, hasta que la presión (de la física y de la situación) termina por romper los acerados muros, construidos durante años, que ahora yacen a las orillas de un torrente antaño contenido...
De esta forma se nos puede ocurrir una introducción al mensaje de James Bay (24 años, Reino Unido), que repite una y otra vez ese "Contén el río, déjame mirar en tus ojos, que yo pueda parar un minuto y ver dónde te escondes", pidiendo a la corriente un cambio en su sentido, o rogando al tiempo que les conceda un giro, en el que puedan abrazarse de nuevo.
Sin embargo, al igual que ese faro llamado luna que nos alumbra en las noches de verano, al que consideramos nuestra propiedad y no es tal, esas personas especiales no nos pertenecen. Y como "nuestro" satélite, a veces aparecen y desaparecen de nuestras vidas, dejando una huella que se hace sentir cuando las luces se apagan y el alma se abre.
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